Rosita Vida, guardiana del Chicamocha
Introducción , Historia, contexto, Filosofía, Arte
Historia y Contexto
En el corazón del cañón del Chicamocha, entre senderos agrestes donde la montaña exige sudor y voluntad, vive Rosita, una mujer de 92 años que ha habitado esas tierras como se habita un templo.
Sin transporte que llegue a su casa, solo el andar humano conecta su vida con el mundo exterior. Allí, donde la naturaleza se impone como destino y resistencia, ella encarna una historia de permanencia y arraigo.
Filosofía
Rosita simboliza la pregunta por la vida bien vivida: ¿qué es riqueza? ¿qué es éxito? Su existencia recuerda que estar puede ser más grande que acumular, y que la continuidad de un alma sobre la tierra es en sí un acto filosófico de afirmación
Arte
La vida de Rosita es performance sin escenario. Una obra viviente donde la materia es el tiempo, la escultura es el cuerpo que resiste, y el paisaje es el lienzo que nunca se termina. Ella misma es parte del arte mayor: el de sostener la vida en lo imposible.
Rosita no vive en la montaña. La montaña vive en Rosita.
Religión
Como los anacoretas del desierto o los sabios que eligieron la montaña, Rosita es presencia espiritual en la soledad. Allí, casi sin vista, ve más que muchos con los ojos abiertos: ve el río eterno, las montañas firmes, los pasos que llegan como visita inesperada.
La dualidad
Rosita es espejo roto: su cuerpo cansado, su vista casi apagada, la fragilidad de quien ya no cumple con la medida del mundo moderno. Pero Rosita también es semilla descubierta: su permanencia como raíz, su alegría que no depende de lo externo, su sabiduría tejida con tierra, viento y tiempo. En ella se revela la dualidad: la montaña dura y la ternura viva, el límite del cuerpo y la fuerza del espíritu, la oscuridad de los ojos y la visión del alma.
Rosita Vida
Rosita Vida, no vives en la montaña: la montaña vive en ti. Tus pasos invisibles son raíces, tu voz cansada es canto de río, tu fragilidad es semilla de eternidad. El espejo del mundo diría que ya no eres útil, que tus ojos no ven, que tus fuerzas menguan. Pero al romper ese espejo, descubrimos lo que siempre estuvo: la semilla intacta, la vida que permanece, la verdad que no caduca. Rosita Vida, eres guardiana del filo, símbolo de lo que resiste, y testigo de que la fragilidad también es fuerza, cuando se habita con amor
El instante no grabado
No le hice video a Rosita.
No quise interrumpir la vida con un lente.
Preferí guardar el momento intacto,
sin convertirlo en espectáculo.
El verdadero homenaje fue estar presente:
mirarla, escucharla, compartir su alegría.
El silencio de la cámara se volvió respeto,
y lo sagrado se conservó como semilla invisible.
A veces lo eterno no se captura,
se encarna.
Y así, Rosita quedó grabada,
no en un archivo digital,
sino en la memoria del alma.