La fé Consciente
Introducción teórica: Historia, Filosofía, Arte y Religión
La fe a lo largo de la historia
Desde el inicio de la humanidad, la fe ha sido un camino trazado por otros, condicionado por poderes terrenales y sistemas que nos guiaron hacia un sentido único y controlado. En las primeras civilizaciones, la fe era la forma en que los seres humanos conectaban con lo divino. En Egipto, Babilonia y Grecia, la fe era parte del orden cósmico, regulada por sacerdotes y dioses, en los cuales el pueblo depositaba su confianza y obedecía a la estructura impuesta. En el judaísmo, el cristianismo y el Islam, la fe se vinculó a una conformidad religiosa que, aunque abrió puertas hacia la espiritualidad, también impuso normas y dogmas. A lo largo del tiempo, los seres humanos han sido guiados por la fe externa: la fe en dioses, instituciones o ideales que nos fueron impuestos como parte de una narrativa colectiva. Pero algo en ese proceso se ha perdido: la comunicación directa con la fuente divina. Hemos dejado de ser creadores conscientes de nuestra fe para convertirnos en receptores pasivos de verdades ajenas. Filosofía de la fe consciente
En la filosofía
la fe ha sido vista como una herramienta para alcanzar el conocimiento superior. Descartes, por ejemplo, veía la fe como parte del fundamento de la duda: la fe en la razón y en la capacidad humana para conocer la verdad. Nietzsche, por su parte, rompe con la fe tradicional y la ve como un acto de voluntad consciente: la verdadera fe es la que se construye dentro de nosotros, no la que nos imponen desde fuera. Para él, la fe es transformación y superación de las creencias limitantes. Para Heidegger, la fe no es algo dogmático, sino una forma de ser que implica estar conscientes de nuestra finitud y de nuestra conexión con lo trascendental. La fe consciente se convierte en un acto existencial que nos permite ser auténticos y vivir en armonía con el mundo.
El arte y la fe consciente
A lo largo de la historia del arte, la fe ha sido expresada, interrogada y transformada. En el Renacimiento, la fe era celebrada a través de la belleza, en la que los artistas mostraban la belleza divina reflejada en el cuerpo humano, la naturaleza y la proporción perfecta. Durante el Barroco, la fe se convierte en un acto dramático, donde el contraste entre luz y sombra refleja el conflicto interno del ser humano. El arte contemporáneo ha cuestionado la fe y la espiritualidad. Artistas como Marina Abramović o Joseph Beuys trabajaron la idea de la fe como acto consciente de transformación. El cuerpo, la performance y el espacio se utilizan para representar la lucha interna, la conexión con lo divino, y la recuperación de la fe como herramienta de sanación.
La religión y la fe consciente
En las religiones tradicionales, la fe era el pilar central de la salvación: la fe en un dios externo, la fe en un sistema moral impuesto, y la fe en las escrituras. Sin embargo, con el tiempo, esta fe fue desvinculada de la experiencia directa, convirtiéndose en un acto de obediencia. En el cristianismo, por ejemplo, la fe fue el medio para llegar a la salvación, pero la vivencia directa de esa fe fue olvidada. Hoy en día, la fe consciente se ve como un camino hacia el despertar personal. Ya no se trata de creer ciegamente en dogmas, sino de reconocer nuestra capacidad divina interior y conectarnos con lo trascendental de forma directa y vivencial.
Prosa Poética: La Fe Consciente
La fe consciente no es un acto de sumisión, sino un encuentro con lo divino dentro de uno mismo. No es la fe que se nos ha impuesto, ni la que nos han dicho que debemos seguir, es la que despierta en nosotros cuando miramos al cielo y lo encontramos reflejado en la Tierra. Desde que nacemos, nos han guiado, nos han dado caminos ya trazados, nos han dicho qué debemos creer y cómo debemos vivir. Nos han dado filtros terrenales para que nuestra visión del mundo se limite, y en esa limitación hemos perdido el contacto con nuestra verdadera esencia, con lo que realmente somos: hijos de la Tierra, conectados con la Fuente. La riqueza material, el disfrute con la Madre Tierra, es algo que nos pertenece, que es nuestro por derecho, pero hemos sido condicionados a dudar de ello, a no sentirnos merecedores de vivir en armonía con ella. ¿Por qué dudar, entonces? ¿Por qué creer que lo divino está fuera de nuestro alcance, cuando está presente en cada respiración, en cada paso que damos sobre la Tierra? La fe consciente no es solo creer, es actuar en consecuencia, es reconocer la abundancia en lo que es natural, es recuperar ese contacto directo con lo que nos rodea, y entender que lo divino no está lejos, sino dentro de nosotros, en cada latido del corazón, en cada impulso del alma. Y cuando reconocemos nuestra conexión con lo divino, la fe deja de ser una creencia ajena y se convierte en una acción consciente: es caminar con certeza, sin miedo, sin duda, sabiendo que somos merecedores de todo lo que la vida nos ofrece.