Reflexiones para el despertar del espíritu

El arte de mirarse sin juicio, Observador Observado


Breve Historia Introductoria


«Cuenta una leyenda sufí que un hombre pasó toda su vida buscando un tesoro en tierras lejanas. Cansado y anciano, regresó a su casa y, al cavar un pozo en su jardín, encontró el diamante que siempre había anhelado.
Así somos: buscamos fuera lo que ya está dentro, pero oculto bajo las capas de lo que nos enseñaron a ser.»


Perspectiva Filosófica


Filósofos y pensadores que reflexionaron sobre el "observador observado"



Sócrates: “Conócete a ti mismo” invitación a observar nuestros prejuicios y limitaciones.


Buda: Enseñó que la liberación viene de ser testigo de los pensamientos, no de aferrarse a ellos.


Krishnamurti: “El primer paso es el último paso: observar sin el observador” —sin la carga del pasado.


Michel Foucault: Analizó cómo las estructuras sociales nos definen, pero también cómo podemos “reinventarnos” al observarlas críticamente.


Estoicos (Marco Aurelio, Epicteto): Practicaban la “autobservación” para distinguir entre lo que controlamos y lo que no.


¿Qué es el "observador observado" en esencia?
No es un método, sino un acto de presencia.
Es darse cuenta de que tú no eres tus pensamientos, sino quien los mira.
Es como despertar de un sueño en el que creías ser el personaje, para descubrir que eres el soñador.

Tú, que te buscas en espejos ajenos, olvidas que la verdad no se refleja, sino que habita en el silencio entre tus respiraciones.

No eres el nombre que te dieron, ni el error que repites, ni la herida que cargas. Eres el testigo de todo ello.

Observa. Sin culpa, sin prisa. El cielo no juzga a las nubes que pasan, y el mar no se aferra a las olas.

Deja que el observador se observe a sí mismo, y encontrarás que tras el ruido, hay una paz que nunca se fue. Solo estaba esperando que la miraras.

¿Quién eres cuando dejas de creer en quien te dijiste que eras?

¿Puedes mirar tu dolor sin llamarlo “mío”?

Hay una danza en el silencio, una pregunta que nadie hace cuando todo va bien. Lo bueno, lo suave, lo armónico pasa como brisa — sin ser notado, sin ser interrogado.

Nos fascina lo roto, el grito, la grieta, la herida abierta que exige mirada. Allí sí preguntamos: ¿por qué a mí?, ¿qué significa?, ¿dónde está la salida?

Pero en la calma no preguntamos nada. No nos interrogamos cuando el sol calienta, cuando el abrazo es tibio, cuando la música no duele.

Tal vez porque en lo sereno no hay ego que duela, ni mente que compare, ni drama que alimente la idea de “yo”.

Somos observadores. Pero a veces, sin darnos cuenta, somos lo observado. Un reflejo más en el espejo de la existencia, un instante que contempla y es contemplado.

Entonces, cuando llega “lo malo”, cuando la sombra se sienta a la mesa, podemos elegir: huir o preguntar. ¿Qué me enseñas? ¿Qué parte de mí te atrajo? ¿Qué debo recordar que ya sabía y olvidé?

No hay castigo, solo espejo. No hay enemigo, solo reflejo. No hay dolor inútil si se le permite hablar.

Y en esa entrega silenciosa, tal vez nazca la verdadera alquimia: mirar sin juzgar, sentir sin aferrarse, ser sin pretensión de ser.

Figuras geométricas iluminadas en rojo, azul y crema sobre fondo negro, símbolo de dualidad, equilibrio y conciencia interior
La forma recuerda lo que el pensamiento olvida: todo equilibrio nace de la tensión.

Reflexiones para el despertar del espíritu

Un momento de reflexión en el Cañón del Chicamocha, observador observado, donde la fatiga no pregunta

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Holograma geométrico de triángulos convergiendo hacia un círculo central, representación simbólica de conciencia, vacío y origen
No es vacío: es el punto donde toda forma regresa.

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